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AMES

Nos veremos otra vez


Quizá recuerdes la ilusión con que El cartero de Neruda le entregaba sus cartas al poeta. El camino de ida era para él –así lo recuerdo–, la emoción del encuentro, del disfrute de un diálogo, de la convivencia y del cumplimiento de una misión. Así me siento ahora mismo, al hacerte llegar estas cartas que fueron escritas para ti, en este tiempo, en estos momentos trágicos compartidos.


Algunos amigos y algunas amigas me han encargado ser el cartero que traiga para ti sus palabras. Te confieso que no hay labor que me provoque más alegría. Sobre todo, porque, al acercarte estas cartas, imagino tu rostro, fantaseo con tu reacción y quisiera leerlas junto contigo.



Mis amigas y amigos son todas y todos terapeutas, algunos de ellos han escrito sus propios libros, sin embargo, en estas cartas no son los autores los que te escriben, sino solamente ellos y ellas desde su humanidad sensible y pensante, queriendo contarte algo, comunicarse contigo, a propósito de los difíciles momentos que travesamos como humanidad con esta pandemia que comenzó a inicios del 2020.


Nada me emociona más que algo valioso e inesperado que llega a mi puerta y se adentra en mi casa. ¡Es la sorpresa, es la sorpresa! Esto significan estas cartas para mí. Con esta emoción te las hago llegar. Recibe pues, lector, lectora, estas palabras, estos signos que son gestos, insinuación de una amistad extendida, como una botella lanzada al mar, que puede ser encontrada por cualquiera, que pacientemente navega las aguas para… solamente navegar y con suerte llegar a alguien.


Finalmente, quisiera pedirte que compartas estas cartas, que sorprendas a otros y que de asombro en asombro nos encontremos. Quizá tú, lector, lectora, también imagines y recrees el rostro, la postura y los gestos de quienes te las escriben. Al hacerlo nos encontraremos, nos reconoceremos sin conocernos y posiblemente podamos acompañarnos.


En medio de toda esta realidad actual, te comparto las palabras del poeta argentino Juan Gelman, que resuenan en mí, justo en estos momentos post pandémicos: “La muerte me enseñó que no se muere de amor, se vive de amor”.


Felipe Miramontes




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